En todo lo que hagamos, tanto en nuestra vida personal como profesional, la planificación está presente.
Cualquier cosa que queramos hacer por sencilla que sea, nos preguntamos qué vamos a hacer, qué tenemos para llevarlo a cabo y el resultado que esperamos; eso es planificar, sea en el ámbito personal o profesional.
Por ejemplo, cuando vamos de viaje, cuando vamos a hacer una receta de cocina, un paseo, una fiesta, una reunión. En toda actividad que tenga un principio y un final, la planificación es el elemento fundamental que nos permitirá llevarlo a término, exitoso o satisfactorio.
Igual sucede en el ámbito profesional y empresarial. Por ejemplo, si queremos hacer una nueva campaña de mercadeo, iniciamos con el: ¿qué queremos hacer?, cómo lo vamos a lograr y los resultados que esperamos obtener.
Planificación en diferentes campos
Los gobiernos, por medio de sus instituciones gubernamentales, en buena teoría, planifican la lista de proyectos prioritarios y fijan sus objetivos y metas alrededor de la ejecución de esas iniciativas.
La planificación hace que aterricemos nuestras ideas en el terreno de la realidad y nos permite enfocarnos en lo que queremos hacer, en cómo lo vamos a hacer, cuanto nos tomará llevarlo a ejecución y qué resultados vamos a obtener.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando nos brincamos la planificación y de una, nos lanzamos a la ejecución de lo que queremos hacer?
Lo resumo en una palabra: CAOS.
Cuando no hay planificación, no hay claridad en el foco o norte donde tenemos que enfocar nuestros esfuerzos. Desconocemos los recursos que requerimos, ni el tiempo que nos tomará, y mucho menos, cuál será el resultado final. Y no solo eso, en caso de que haya que hacer modificaciones durante el proceso, los costos y las consecuencias de esos cambios no están contempladas y mucho menos, las afectaciones en otras áreas de nuestro negocio, de nuestro proyecto o de nuestra vida.
Un ejemplo real
Hace unos meses, el gobierno tomó la decisión de cerrar una calle que comunica un sector de la ciudad capital con la principal autopista del país.
El ministerio a cargo, desconocía el impacto que esa medida iba a tener en el flujo vehicular y como consecuencia de ello, en cuestión de dos días el colapso vial era de proporciones apocalípticas: presas interminables en todas las calles y autopistas aledañas, un evidente descontento social, aumento en el consumo de gasolina, más contaminación, atrasos en reuniones, citas y entregas de productos y servicios.
La institución encargada admitió que no planificó el cierre ya que, no fueron incorporados elementos clave como lo era el impacto en el flujo vehicular y por ende, no incorpora medidas alternas para poder minimizar dicho cambio.
El resultado: mala imagen gubernamental, descontento social (cansancio, estrés), elevado gasto en consumo de combustibles, reprogramación de citas médicas, atrasos en la entrega de mercadería y por ende, afectación en el proceso de abastecimiento de productos y servicios, entre muchos otros.
Y así veremos otros muchos ejemplos provocados por falta de planificación. Fracasos prematuros, de costos elevados, de falta de inventario para suplir demanda. Campañas publicitarias costosas y sin llegar cerca de la meta, de emprendimientos con ideas innovadoras, rompedoras pero que no superan el valle de la muerte.
¿Entonces, por qué las empresas, los emprendimientos, los gobiernos y nosotros mismos no incorporamos la planificación siempre?
Algunas razones
- Falta de tiempo: nos obliga a plantearnos muchas cosas, todas relevantes. Antes de ejecutar la idea y eso, nos demanda tiempo, y análisis de diversos factores que no teníamos mapeados. Y que, consideramos que no son relevantes para que nuestra iniciativa sea exitosa.
- Idea fallida: esto les sucede a muchos emprendedores. Nos enamoramos de nuestra idea, de nuestro proyecto o prototipo y creemos que es lo más extraordinario. Por lo que, no vemos necesidad en cuestionar si realmente será exitoso, si todos nuestros potenciales clientes lo van a recibir tan entusiasmados como suponemos. Estamos lanzando nuestro proyecto, al vacío, sin tener una idea de los resultados, de posibles cambios o que simplemente sea rechazado.
- Costosa: muchos empresarios, incluyendo los emprendedores, escuchan o leen la palabra “planificar” y simultáneamente lo relacionan con un estudio muy caro y sofisticado. Que solamente “aplica” para empresas multinacionales con miles de empleados, cientos de subsidiarias y ganancias con más de seis ceros.
Por esas razones y otras más, que por cuestiones de espacio no detallo acá, es que la planificación se ve como la enemiga del éxito de las empresas o negocios.
No hay nada más alejado de la realidad. Planificar es sinónimo de orden, metas, objetivos, enfoque, valor agregado, mejoras continuas, eficiencia, éxito.
Por medio de nuestra firma INTIC, le mostraremos la importancia de planificar y ayudarle a planear adecuadamente su proyecto, iniciativa o emprendimiento.
No cuesta mucho, no requiere de muchísimo tiempo. Simplemente es contar con la mejor disposición para que su proyecto, iniciativa o empresa cuenten con las herramientas adecuadas para que sea exitosa, genere valor a sus clientes y satisfacción a sus dueños.