Desde que estalló la crisis financiera mundial del 2008, fue puesto en tela de juicio el desempeño de las empresas (principalmente aquellas relacionadas con inversiones en activos financieros) en términos de su gobernanza con el consecuente impacto que eso tuvo en la confianza y desarrollo de los mercados de capitales en el mundo.
Al hacer el recuento de los daños ocasionados, los principales reguladores mundiales coincidieron en que la pérdida de confianza, la falta de prevención e inadecuada gestión de los conflictos de interés, así como la falta de transparencia y rendición de cuentas, fueron algunos de los factores que hundieron la economía mundial en esos años.
A partir de allí, se empezó a trabajar con mucha fuerza en el concepto de gobierno corporativo (o gobernanza) y la implementación de sus buenas prácticas; no solo en empresas relacionadas con los mercados de capitales, sino también en todas y cada una de las organizaciones, fueran públicas, privadas, grandes, medianas o pequeñas.
¿Qué es el gobierno corporativo?
Es un sistema y estructura de poder que rige los mecanismos por medio de los cuales, las compañías son dirigidas y controladas.
Es decir, es un entramado de políticas que determina, entre otras cosas, las funciones, sus alcances, responsabilidades, objetivos e incentivos de cada colaborador, con el fin de llevar a cabo una buena gestión de riesgos, de conflictos de interés, comunicación asertiva y principalmente: generar confianza dentro y fuera de la organización.
El gobierno corporativo llega a “ordenar la casa”. La buena gobernanza toma a la empresa como un solo individuo: desde los mandos altos, llámese la Junta Directiva, la Gerencia General, las subgerencias, hasta el último de los puestos.
Como parte de ese proceso, se evalúa y analiza a la organización escudriñando hasta el último de sus puestos, y actividades, con el fin de que todos y cada uno de sus colaboradores conozcan la empresa para la que trabajan, funciones, responsabilidades, potenciales riesgos y cómo llegar a administrarlos de la mejor manera.
Adicionalmente, el buen gobierno corporativo busca profesionalización en los órganos de dirección, lo que lleva a definir muy claramente el papel del presidente de la junta directiva, el control y la calidad de la información financiera, contar con una auditoría externa independiente y una auditoría interna, rendición de cuentas a los accionistas/asociados y políticas regulatorias sobre las relaciones de accionistas con los colaboradores, proveedores o clientes, entre otros.
En el caso de las empresas familiares, el gobierno corporativo impulsa a implementar un serio y responsable plan de sucesión, de forma tal, que el resto de los socios, de colaboradores y clientes, tengan la tranquilidad y confianza de que el negocio no se acaba cuando el fundador(a) se retira. Todo lo contrario, seguirá por muchos años cimentado en pilares firmes y estrategias flexibles que le permitan capear cualquier amenaza y salir fortalecido.
Las buenas prácticas de gobierno corporativo se pueden trabajar poco a poco. No es necesario, ni tampoco saludable para la empresa, cargarla de políticas y mandatos en una primerísima etapa.
Con definir algunas acciones vitales e ir comprometiendo las áreas más importantes de la organización, se logrará dar un gran paso que le permitirá a toda la organización cumplir sus objetivos, mantener su rumbo y fortalecerse ante una situación adversa.
Para mantener un buen gobierno corporativo y unas sanas prácticas empresariales, es preciso contar con un aliado que le ayude a generar confianza y seguridad en su compañía. En INTIC estamos comprometidos con un acompañamiento de principio a fin durante el proceso.